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Introducción
Recientemente me he encontrado -y he vivido en mis carnes- un sentimiento común de estancamiento laboral y dependencia de las empresas. Los trenes de las nuevas tecnologías cada vez son más rápidos y es muy fácil quedarse atrás. Esta es una piedra con la que podemos tropezar fácilmente dentro de este sector.
Fidelidad a la empresa o «Estoy genial, lo tengo todo controlado»
Es por la mañana, enciendes tu ordenador, en tu casa o en la oficina y, mientras te tomas el primer café del día, revisas LinkedIn. Varias empresas celebran y anuncian a los cuatro vientos que alguno de sus empleados cumple 5, 10, 15 años trabajando. Estos hitos son geniales, aún más en un sector donde la rotación laboral es la norma y muy pocos cuentan décadas en una misma empresa. El promedio actual de permanencia en una misma compañía del sector tecnológico es de un año, frente a la agricultura y el comercio con 8,5 y 7,7 años de promedio respectivamente. Aparentemente, esta fidelidad entre empresa y empleado es positiva aunque no siempre es óptima para ambas partes.
Una buena empresa intentará contentar a sus empleados no solo a nivel salarial, sino que intentará también promover el crecimiento individual, las buenas relaciones con otros compañeros y el reconocimiento. ¡Qué gratificantes son unos merecidos KUDOS por un trabajo bien hecho!
Yo mismo me he encontrado en esa situación: estar explotando todo mi potencial, innovando y aportando valor a la empresa. Los laureles llegaron en forma de reconocimientos públicos, salariales y de credibilidad pero… ¿cuánto tiempo tarda en marchitarse la corona?
Mi aporte, en este caso, estaba basado en un lenguaje de programación a día de hoy descontinuado, sobre una plataforma cara y desfasada y, para más INRI, en un negocio donde las pantallas son aún de esas con fondo negro y carácteres en blanco. Sería un iluso si en ese momento hubiese creído que iba a poder seguir trabajando hasta los 67 o más con esa amalgama de tecnologías desfasadas.
Cada día allí me alejaba un poco más de la ola, así que era el momento de saltar del barco.
Miedo o «Me gustaría cambiar, pero estoy desactualizado»
Llega el momento en el que decides dejar tu puesto. Se te plantean varias opciones: seguir en un puesto similar, buscar un cambio de rol, quizás de más responsabilidad o cambiar completamente de sector… Imaginemos que el management no te convence, que dejar un mundillo tan valorado y “bien pagado” como el de las TIC te parece una locura y que quieres seguir creciendo en tu perfil .
Se habla mucho de la zona de confort. Nos animan a salir de ella para expandir y dejar atrás los miedos. nos dicen que creamos en nosotros mismos, que arriesguemos y que, de esta manera, nos irá mejor. Estos mensajes son muy positivos, pero generalmente, el tren de la vida va añadiendo vagones a una locomotora que queremos mantener en marcha y a buen ritmo, por lo que las opciones “seguras” o asumibles se reducen todavía más.
Otros compañeros también vivían las mismas tribulaciones. Ante la sensación de encasillamiento algunos trataban de ascender en la jerarquía de la propia empresa o buscar posiciones de management fuera de esta, tratando de evitar así, enfrentarse al cambio.
Ante este dilema, decidí buscar ofertas con el mismo rol. Me encontré con que las opciones para mi stack se habían reducido considerablemente. Habían surgido nuevas tecnologías de las cuales no me sonaban la mitad. Dormirse en los laureles durante unos pocos años te puede dejar obsoleto a ojos de recruiters que atiborran las ofertas de lenguajes y siglas. Has dejado de ser ese talento tan cotizado de antaño.
A por ello o “Tengo la experiencia, esto en dos semanas lo tengo dominado”
Sentirse desfasado es duro. El mundo ha cambiado mucho y las nuevas tecnologías nacen y mueren cada vez más rápido. Mi estrategia, en ese momento, fue buscar cursos, estudiar e intentar recuperar siete años de dulce comodidad laboral. Por suerte, como profesional he tenido que manejarme con múltiples lenguajes de programación, infinidad de programas y varias formas de trabajar. Por mucho que los nombres cambien, el fondo suele ser el mismo, y la experiencia acumulada es un punto fuerte a la hora de encontrar un nuevo trabajo.
Llegados a este punto, tan solo falta venderse cual parmesano añejo al mejor postor que crea en nosotros y que por supuesto nos ofrezca garantías para que la situación vivida no vuelva a suceder.
Conclusiones o “Esto es cosa de dos”
Mirando hacia atrás, reconozco que la responsabilidad de este estancamiento era tanto mía como de mi anterior compañía. Debemos ser conscientes de que trabajamos en un mercado muy cambiante, y que ningún puesto nos ofrece garantías de por vida. Forma parte de nuestro crecimiento seguir creciendo y actualizando conocimientos.
Por otro lado pienso que las grandes empresas como la que he descrito antes, que viven de tecnologías “antiguas”, tendrían que ofrecer a todos sus empleados opciones de formación fuera de su stack para evitar llegar a esta dependencia mutua. Es difícil encontrar alguien que quiera programar en un lenguaje poco frecuente, pero también lo es encontrar trabajo una vez has pasado muchos años con este lenguaje.
Quizás no exista una receta para cada situación, y cada uno es libre de seguir el camino que quiera, pero mi recomendación en este caso es seguir el consejo de mis abuelos: ¡no te duermas en los laureles!
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Software Quality Assurance (QA) engineer, tasks coordinator and testing experience. Functionality, compatibility, exploratory/ad hoc and related test methodologies. QA Execution and testing processes, automation, bug documentation and bug tracking system development. Experience collaborating with team and individual work. Enjoy working collaboratively with testers, developers and other team members in testing complex projects and in the overall enhancement of software product quality.
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